Recuerdo muy bien que nuestra decisión de mudarnos a un apartamento se basaba en cientos de fundamentos, uno de ellos: la luz. El espacio en el que nos encontrábamos era frío, oscuro, allí no existía un sentido de calidez; la mudanza era urgente. Cuando elegimos este apartamento, lo hicimos por la naturalidad con la que la luz se cuela entre los balcones y la dinámica forma en la que resplandece sobre las paredes.
En definitiva, la luz solar cumplió con nuestras expectativas, pero, al llegar la noche, el ambiente corría por nuestra cuenta. Sí, las luces de Bogotá se asomaban en los grandes ventanales de la sala, la chimenea funcionaba perfecto para ser el eje de conversaciones taciturnas en familia; sin embargo, no era suficiente, los rostros eran siluetas y ahí supimos que unas cuantas lámparas serían la solución ideal para iluminar, enaltecer y hacer funcional nuestro hogar.
Tres espacios
La sala de estar, nuestro lugar de encuentro, requería de una pieza imponente, moderna y versátil. Visitamos una serie de opciones, algunas muy simples, otras muy singulares, no eran nosotros y, si en algo estaremos de acuerdo usted y yo, es que una compra debe ser inteligente, pausada y segura.
En la carrera 9 con 79, en el punto rojo que nos indicaba Maps, se encuentra Mesas & Sillas. Caminamos por el lugar, echamos un vistazo a algunas piezas y, tras un sentimiento de desanimo por la larga y frustrada búsqueda del día, recobramos todo el sentido que nos convocaba a allí: la lámpara de pie Slope, un diseño exclusivo de Skrivo. Sin duda alguna, la descripción del producto fue clave para llevárnosla a casa, un breve escrito al lado del objeto decía: “Esta lámpara nace de la simple idea de vestir una bombilla; la combinación entre madera clara y los tonos pasteles hacen de esta lámpara un complemento perfecto para salones juveniles y dinámicos”.
Hablaba del apartamento, de nosotros, de lo que queríamos ver al ingresar a la sala de estar. 183 centímetros de alto X 30 centímetros de ancho de madera maciza y pantalla en metal traídos desde el prodigioso país de Italia. ¿El costo? 4.450.000 pesos colombianos.
Nuestras expectativas se iluminaron, ahora teníamos una pieza imponente que se robaba las miradas en el espacio, esta logró alumbrar los rostros que charlaban sobre su día a día y estableció la calidez funcional y decorativa de un ambiente en proceso de transformación. Pues bien, ante la efusividad del primer encuentro inspirador, continuamos con determinación en el estudio de grabación, el rincón preferido de mi esposo.
Tres funciones
Sabemos que el estudio de grabación requiere de un esquema de iluminación ideal para crear un escenario con gran calidad visual ante los espectadores detrás de la pantalla. Antonio ya había efectuado esa misión, recuerda que, si quieres leer sobre cómo hacer un estudio de grabación en casa, puedes ingresar dando clic aquí. Él siempre ha tenido presente mi opinión, bajo la no experticia de diseño de interiores, y, solo debía darle mi toque: un regalo que le hiciera bien a su salud, que encajara en la escenografía y fuera único.
Había leído la noche anterior un artículo de Ariadna García denominado ‘Posibles riesgos de la iluminación LED para la salud humana’, encontré datos certeros: estamos más expuestos a la luz artificial que a la natural; la luz LED puede disminuir la melatonina, hormona que sincroniza al cuerpo para disponer sus funciones de acuerdo con la luz (en la noche- oscuridad se prepara para dormir); y, la incidencia negativa que produce en la calidad del sueño.
Bien, el panorama era este: Antonio pasa un gran número de horas allí, así que, para minorar estos efectos, García recomendaba en su artículo el cambio de temperatura de la luz (un color cálido para la noche), evaluar el nivel de exposición a la luz artificial y realizar descansos importantes para mantener la salud ocular.
Con esta información, hallé, lo que dirían por ahí: la respuesta a mis problemas; un foco LED WiFi multicolor de Steren que, sincronizado a la aplicación móvil, me permite cambiarle la temperatura de color a la luz; no dudé en tener más de uno ya que ofrece un plus al ambiente del lugar y bienestar al cuerpo. Ese bombillo estaba destinado al regalo que le tenía desde hacía un tiempo: una lámpara hecha por la sabiduría ancestral de artesanos oriundos de Barichara, Santander.
Muriel Garderet, una mujer francesa que, desde hace dos décadas entretejió sus sentires más intensos en Colombia y hoy lidera el taller ‘Formas de Luz’, un descubrimiento entre la triada: las manos, lo empírico y la estética hecha luz. ‘Baichalá’ se robó mi corazón, una lámpara de mesa hecha en mimbre y lona, tejida por la evolución de un estilo propio y con el tamaño correcto (25 cm X 18 cm X 55 cm) para hacer parte del mobiliario.
A ‘Baichalá’ le instalé el foco de Steren, agregué la aplicación a mi celular y, posteriormente, al celular de Antonio y se hizo la magia. Una luz tenue, un color cálido y con propósitos funcionales para esta área fueron, finalmente, el regalo ideal y el detalle que concluía uno de nuestros más valiosos proyectos. ¡Y se hizo la luz!
Tres lámparas
Durante esos días, los chicos, Mateo y Manuela, sugirieron la adquisición de una lámpara para acompañar sus tardes, ya que, cuando realizaban sus tareas en la biblioteca, la luz natural se discernía. Optamos por visitar anticuarios, tiendas de colección y sitios que ofrecieran mobiliarios acordes a una biblioteca de más de 3.000 libros que acogían las obras familiares, los textos universales de la literatura y los más renombrados escritos de diferentes áreas del conocimiento.
Dessvan es un sitio que cuenta con un sinnúmero de productos seleccionados para cada gusto; en nuestro caso, veíamos lámparas de pared, de pie, de mesa y de techo. A Manuela le gustaron dos lámparas de mesa en la que se asomaban algunas hojas de arce; a Mateo le gustó una lámpara de pared con apliques en bronce y cristal. Nosotros, por nuestra parte, nos rondaba la idea de hallar una pieza de pie, pues con la lámpara de pie Slope nos había ido muy bien y la fácil ubicación de la bombilla permitiría iluminar a los chicos. .
Este era un lugar recurrente por nosotros, yo iba cada vez que podía, pues me recordaba a mi papá, él era un hombre coleccionista y adoraba los anticuarios tanto como yo a él. Ese día también lo encontré a él en esa lámpara de pie Koch & Lowy del artista Piotr Sierakowski. Una maravilla estadounidense de los años 80; con un alto de 185 centímetros y un ancho de 50 centímetros de metal consiguió capturar la atención de toda la familia.
Ahora Mateo y Manuela encienden su lámpara haciéndose preguntas sobre el objeto de colección: quién haría uso de esta lámpara, en dónde la ubicaban, cómo llegó aquí a Colombia. Nosotros sonreímos, hemos cumplido la tarea de proporcionar luz a las tardes y noches de nuestro hogar y también aprendimos algo de toda esta experiencia.
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